El detrás de escena de convertirse en un ilustrador

Saber qué tipo de formación tiene un profesional es por demás interesante, porque más allá de adentrarse en el mundo universitario, y cursar una carrera para obtener un título, hay profesiones que requieren una inspiración previa o incluso tienen la necesidad de adquirir nuevas herramientas de las que pueda brindarle un estudio de grado en una institución académica. De esta manera pueden obtener un complemento para su futuro desarrollo laboral.

Hay personas que primero eligen su carrera y luego profundizan en algún aspecto de la profesión. Pero también existen muchas personas que se guían por su motivación, por aquello que aman hacer o incluso se inscriben en una carrera para profundizar un don innato, para obtener nuevas habilidades y poder crecer dentro de alguna profesión que los apasione.

En ciertas ocasiones, las personas sienten que desean conocer más sobre determinada temática. Esta situación es común en ilustradores, por ejemplo, donde a veces las ganas de perfeccionar un estilo, los llevan a cursar una carrera y poder disfrutar los trabajos realizados. En este tipo de profesiones, el trabajo no es visto como tal, porque se desdibuja con la pasión por hacerlo.

Nuestro ilustrador entrevistado nos comentaba que en sus inicios comenzó vendiendo pequeños originales en un mercado de pulgas, como una forma de obtener algo de dinero para vivir y pagar su renta, y de esa manera fue entrecruzando ambas formas de llevar adelante sus ilustraciones, haciendo sus propios proyectos y haciendo algunos trabajos para terceros.

Muchos profesionales necesitan cierto piso para poder construir sus propios planes sobre él. Por esa razón, en ciertas circunstancias se necesita mezclar el trabajo independiente con el dependiente para sobrevivir hasta conseguir un público que pueda admirar el arte personal.

Johan Potma Studio

¿Es simple la tarea del ilustrador?

Es una mezcla de cosas. Porque consiste en dibujar, pintar, pensar en algún tipo de merchandise, ir a eventos para mostrar los trabajos que realizamos, mostrar nuestro mundo. Esa es la manera en que puedo decirle a la gente que sea consciente de que estoy y de que lo que ven es mi arte. 

¿Cómo decidiste: “yo quiero hacer esto”?

Yo vengo del mundo del skateboarding. De chico era fanático. Antes de eso era surfer, pero como en casa no se podía surfear, empecé a practicar con el skate, hasta que se convirtió en mi pasión. Me sumergía dentro de ella y practicaba todos los días, pensaba todo el tiempo en skateboarding y mi arte también se comenzó a tratar sobre eso. Cuando todo lo que veía era sobre skateboarding, mi trabajo se veía influenciado por eso. Cuando lo noté abrí mis ojos, diciéndome: este es el trabajo de alguien al que le pagan por hacer imágenes sobre esto y pensé que podía ser un trabajo para mí. Yo sentía una gran pasión por hacerlo por mi estilo de vida, por eso decidí perseguirlo. Me enfoqué más en dibujar, porque necesitaba ser capaz de hacerlo bien.

Mi trabajo tiene mucho humor, es parte de mi personalidad. Desde chico hago cosas que tengo tatuadas en mi cabeza, me gusta jugar con ellas y les busco dar forma. Así se convirtió desde una vaga idea a una aceptación de lo que quería hacer. En algún punto pensé que debía trabajar en publicidad, porque trabajan con ilustraciones interesantes y por eso pensé que lo podría hacer. Esa fue la razón que me llevó a anotarme en una escuela de publicidad por 4 años, pero también fui a una escuela de arte y diseño gráfico. Pero al final me di cuenta de lo que no quería hacer: trabajar.

Las personas hablaban de dinero y de cuánto ganarían por un trabajo, pero para mí eso no era lo más importante, porque lo que yo quería en realidad era estar con aquellos que yo admiraba, porque hacían cosas copadas, lo que yo buscaba era puramente artístico.

El dinero para mi significaba algo secundario, porque para mí la felicidad pasaba por  hacer lo que me gustaba. Entonces hice lo que quería hacer, que era ilustrar, porque sentía que ese era un trabajo real. Trabajaba para alguien y no tenía que confiar en mí para ser capaz de ser un artista por mí mismo.

Siguiendo ese camino comencé a crear más y más, y se me volvió una infinita corriente de imágenes e historias durante esos 4 años de cursada. Tan pronto comencé con este recorrido supe que había llegado a lo que quería, que eso era exactamente lo que necesitaba, mi paraíso. Estar en la escuela y hacer todos esos diferentes experimentos, porque podía usar y hacer lo que quisiera. Podía trabajar, hacer impresiones, estaba todo a mi disposición para que lo pudiera usar.
Para mí era como vivir en un gran parque de juegos, podía usar un montón de cosas, mezclando de un poco de acá y otro de allá, eso fue lo que convirtió a mi estilo en ecléctico.

¿Qué crees que te hace diferente al resto?

Yo creo que es importante desarrollar tu propia voz y eso es lo que vale. La forma en que haces que tu forma sea única frente a lo que se ve. Así me fui convirtiendo en una búsqueda interna de mi propia estrella, esa que dice por qué haces las cosas de una determinada manera y cómo puedes hacer para seguir cultivando esa estrella y que pueda seguir siendo interesante. Mi búsqueda se basó en mezclar distintas cosas, hacer mi propio pastel. Yo siento que cocino y esta es la torta que vos hacés pero las mentes están en carreras con diferentes sabores que aportan con sus miradas. Así llegue a lo que soy hoy, es el resultado de lo que hago ahora, porque todavía es ecléctico, uso papeles de collage y construyo distintas capas, y luego cuento mis historias.

¿Considerás que sos feliz con la carrera que elegiste?

Yo vivo un sueño, siento que nunca fui al trabajo. Tengo buenos ingresos y es todo mío. Nadie me dice qué tengo que hacer o cuando, yo no tengo un trabajo, tengo un hermoso pasatiempo que por suerte puedo hacer y me pagan.

Siempre me resulta increíble cuando le cuento a la gente lo que hago y me escucho decirlo. Es increíble, porque cuando era joven nunca me puse a pensar si quería planear algo ni tampoco esperaba nada, siempre fui haciendo lo que me salía. 

Yo creo que no necesito el dinero, porque veo que la gente con dinero y publicidad no es feliz, no está contenta. Lo que hago a mí me da felicidad, por eso siempre pensé que estaba bien, y que tenía que seguir con aquello que me hacía sentir bien. Cuando era joven, podía vivir con poco dinero, vivía en Berlín y allí la vida no era cara, incluso la renta era accesible. Podía vender algo de mi trabajo en el mercado y con un poco de dinero podía seguir adelante. Además, la mayoría de mis materiales de estudio los podía conseguir muy baratos, compraba un viejo papel, algunos pedazos de madera y con un poco de pintura quedaba muy bien. Incluso algunas de mis herramientas las tengo hace 20 años.

Como agregado me di cuenta que no necesitas mucha pintura para contar las historias, creo que con poco material relativamente barato se puede lograr. Lo que sí se necesita es una computadora y material digital, para que puedas digitalizar todo.

No siento haber esperado lo que sucedió con mi carrera, simplemente pasó. Con mi arte buscaba intentar levantarle el ánimo a la gente y contar historias divertidas y poner un enfoque positivo, en algún punto creo que eso vuelve. Es algo que me encanta hacer, y con eso todos ganamos. 

Creo que si persigues lo que amas, no piensas mucho en tomarlo como un trabajo, en algún momento mi mente sola comenzaba a trabajar y lo llevaba adelante, y esa forma de verlo siempre me trajo felicidad. Creo que el dinero sin tener felicidad ni tener la voluntad de poder relajarse, disfrutando de lo que haces, no sería una forma de vivir para mí. 

Estoy agradecido de poder hacer lo que hago y que además a la gente le guste mi forma de expresar mi trabajo.

¿Qué tipo de consejo le podrías dar a un adolescente de 16 ó 17 años, que quiere le gustaría hacer esto?

Creo que lo más difícil es encontrar algo que realmente te apasione, si tienes 16 años tu cabeza está en todos lados, no sabes aun bien quién eres. El sistema escolar tiene la expectativa puesta en esa edad, esperando que puedan hacer una elección y yo creo que se debería poder jugar hasta los 40 años. Porque es ahí cuando tienes la experiencia de ver los errores que cometes, de decidir alejarte de algo y saber qué es lo que quieres hacer. 

Si eres bueno pateando una pelota, sabes que lo disfrutas y te ríes. Creo que es bueno seguir ese sistema, hacer lo que te haga sentir bien, alejarse de hacer el mal porque eso te traerá algo de tristeza.

Es difícil tomar esas decisiones a los 16 años. Hay que tener una fe ciega pase lo que pase, no todo el mundo siempre consigue una profesión que logre hacerlo sentir bien. Cuando tienes 16, es importante elegir eso en lo que eres bueno para hacer, y que puedes llegar a disfrutar realmente.

Creo que a veces también es bueno cometer algunos errores. Porque es importante explorar los límites.

Sé que es difícil dar un consejo, pero ese sería el mío, simplemente seguir lo que te haga sentir bien y seguir con un flujo positivo, porque eso fue lo que me dije cuando comencé con este camino.

Agradecemos a Johan Potma, por permitirnos por la entrevista y dejarnos entrar en su estudio "the Cheese Mountain Tragedy" en la calle Schönleinstrasse 32, 10967 Kreuzberg, Berlin durante la #Rutansqe. 


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