Estudiar Corrección de Textos
¿Por qué estudiar Corrección de Textos?
Corrección de textos es una carrera terciaria, poco conocida y, lamentablemente, poco valorizada, pero tan rica y apasionante.
¿Quieres ser corrector de textos?
Tiene su plan de estudio dedicado a un estudio dinámico y exhaustivo del idioma español y orientado a alcanzar un nivel de cultura general competente.
Estudiar la carrera es hermoso. La asistencia no implica demasiada carga horaria y esto es una facilidad para los momentos actuales. Existen incluso diversos institutos que permiten estudiar la carrera a distancia.
Materias, como Análisis Sintáctico, pueden ser difíciles de estudiar, pero cuando uno logra entender el porqué un sujeto es sujeto, un predicado es verbal o no verbal, cuándo un predicativo es obligatorio o no lo es, entre tantos otros ejemplos, la vida toma otro color. Solo vas descubriendo secretos que estuvieron a viva voz y es apasionante conocer el idioma que tanto nos facilita y nos regala para comunicarnos día a día.
A pesar de los repetidos consejos, desde el primer año como estudiante se logra la deformación profesional por excelencia: leer con lápiz en mano. Se recomienda no hacer la primera lectura con lápiz, para darle lugar al texto a que nos cuente que quiere decirnos, sin sufrir tachaduras, marcas y preguntas. Es una tentación difícil de superar.
Aprender a leer críticamente, atravesando el texto en sus distintos niveles es lo más satisfactorio de la carrera. Poder cuestionar el mensaje del texto, poder intervenir con el solo objetivo de limpiarlo para su lectura pensando en los lectores que vendrán, a los que está dirigido ese texto. Poder ubicar el texto en un espacio y lograr una unificación de criterios coherentes, con el solo objetivo de limpiar el canal entre el autor y el lector.
Un corrector corrige faltas ortográficas y comas, puntos, puntos y comas, rayas y comillas, pero también ordena ideas, ordena oraciones, sugiere sinónimos, enriquece el vocabulario, vela por la concordancia, observa la coherencia. No es lector, no es autor. Es corrector de ese mensaje que recorre entre ellos.
Trabajar como corrector es muy satisfactorio. El acceso a diversos textos, a diferentes mensajes, a gran cantidad de personas que están comunicándose (o intentándolo). Personas o empresas que confían en tu persona para agregar valor en algo que parece tan sencillo y que tiene muchos secretos y muchas preguntas que solo un corrector pícaro observa.
Cualquier texto escrito en español es corregible: manuales, tesis, publicidades, folletos, revistas, periódicos, páginas de Internet, normas, cuentos, novelas este mismo texto que escribo.
No hay respuestas únicas en muchos casos.La Real Academia Española y su Diccionario Panhispánico de Dudas dejan abierto muchas veces algunas cuestiones. Es importante que el corrector tenga un criterio definido de corrección y sepa justificar cada una de sus intervenciones. No se corrige porque no queda bien o suena feo. Es importante estar actualizado y visitar las fuentes de información periódicamente, ya que de la oralidad a la escritura hay un solo paso.
Cada texto es un mundo y tiene sus propias reglas. Cada regla tiene en cada mundo una excepción. Cada país de habla hispana tiene diferentes acepciones.
La peor competencia del corrector es el control ortográfico que realizan los procesadores de textos. Para esto hay una respuesta eficaz: él, cuando refiere a la 3° persona del singular, va con tilde; el, cuando refiere al artículo, va sin tilde. Un procesador para corregir verifica que la palabra esté en el diccionario. Ambas palabras están en el diccionario, por lo tanto un procesador de textos, como Word, jamás corregirá la siguiente oración: El me ama.
La corrección es apasionante. Es conocer el español en sus variantes. Es animarse a dudar de lo más cierto. Es preguntar. Es observar. Es sugerir. Es saberse en un desafío nuevo con cada texto.