Papá, “Voy a ser músico”
Esa frase es un hierro caliente que se va forjando dentro de uno durante mucho tiempo...quizá la edad condiciona cuánta verdad hay en ese “querer convertirse en algo”.¿ Cuántos de nosotros hemos pensado y alguna vez pronunciado en voz alta que queremos convertirnos en esto o aquello? ¡De chiquito soñaba con ser jugador de fútbol!
Sobre el mundo de la música existe siempre ese fantasma de éxito o fracaso en relación a cuánto dinero uno puede ganar o cuanto puedo viajar o si es un trabajo que permite sostener un estilo de vida o proyectar...pero aquí es donde surge una pregunta mucho más profunda...¿Qué es el éxito? Y no solo me refiero al aspecto económico, sino que con éxito me refiero a alcanzar una meta que me he propuesto, ya sea la de ganar dinero con una composición, la de enseñar lo que he aprendido, la de poder tocar en algún escenario en particular o compartir con tal o cual músico un concierto.
La realidad es que la música ofrece una gama tan amplia de propuestas, que incluso yo me sorprendo día a día de historias de colegas y amigos. Por ej. Aquellos que han estudiado composición y se convierten en escritores de canciones para cantantes o escriben la música de alguna película u obra de teatro. Otros que tienen un espíritu viajero y desean conocer diferentes ciudades del mundo y han encontrado en el trabajo de músico en las compañías de cruceros una muy buena alternativa.
La música es una gran caja de sorpresas, en el sentido más amplio de la palabra, y en estos tiempos de conexiones a lo largo del planeta, nadie puede predecir lo que una canción, un video o simplemente una idea en una punta del globo puede generar en la otra.
Mi experiencia personal me ha llevado a lo largo de muchísimas ciudades y experiencias maravillosas. Mi espíritu curioso y preguntón me llevó a conocer de dónde provienen ciertos sonidos, ritmos o instrumentos y siempre encontré fascinante poder asociar la música con la cultura del lugar donde surge.
La formación del músico está sesgada por años de historia y precedentes. Si Beethoven a tal edad hacía tal cosa o si Mozart a tal edad escribía tal otra, entonces...Cómo hago yo para estar a la altura de esta historia!? Y la respuesta a esta pregunta es una conclusión que podrá sacar cada uno al final del camino que eligió transitar.
Por suerte, cada uno de nosotros es un ser único e irrepetible y con esto me refiero a que nadie, pero nadie, puede hacer música como la hace cada uno. Nuestra singularidad y capacidad individual hace que desarrollemos aspectos que ninguna otra persona puede desarrollar de la misma manera, y esa es nuestra ventaja y mayor desafío.
Cada una de las etapas de formación de un músico, ya sea en ámbitos académicos y formales, como aquellos completamente informales y desprovistos de academicidad, son fundamentales en el crecimiento de cada uno.
En mi caso personal, de cada ámbito pude (y lo sigo haciendo!) tomar elementos, experiencias y vivencias que ayudan a resolver aquellos “caminos sin salida” a los que habitualmente nos enfrentamos. Recuerdo una situación en la escuela de música donde había una sección de una composición que no podía tocar correctamente. Un compañero, al ver que estaba “peleando contra la música” para resolver esta sección, se acercó y me contó que ese mismo día el estuvo trabajando sobre lo mismo y compartió la solución que él había encontrado. Mágicamente para mí, todo cobró sentido y en unos segundos pude “desenrollar” el problema.
También he tenido innumerables charlas y clases particulares con profesores consultando y debatiendo horas sobre un aspecto muy específico y particular.
La gran ventaja y, creo yo desventaja, de la vida como músico es que uno forma su propio camino. Nadie puede asegurarme que si estudio en tal lugar, con tal maestro o si paso tanta cantidad de horas practicando con mi instrumento, voy a convertirme en tal o cual cosa.
El desafío está en convertirse en el mejor músico que puede cada uno ser, teniendo coraje para enfrentar los miedos, reconocer nuestros defectos y trabajar para mejorarlos y sobre todo...que no nos ahuyente el proceso!
Desde mi lugar, puedo afirmar que no existe una fórmula mágica o única para convertirse en músico, el único denominador común que encontré en todos, pero absolutamente todos los ámbitos musicales (y otros no tanto) que conocí es el compromiso y el trabajo honesto y dedicado.
Espero con estas palabras haberlos animado a acercarse a sus sueños!
Saludos
Agustin Strizzi
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